Los miro; miro el entorno, y de repente viene a mi mente una
idea rotunda: solo personas como ellos pudieran ser el gran remedio contra
cualquier violencia.
¿Puede haber algo más
hermoso?
Cristóbal y Luis Alberto |
Ellos son los seres y los lugares mágicos de Sierra Mágina. Aquí los tenéis: Luis Alberto, (mi colega
escritor), y Marilo, (la chica más
presumida y coqueta que he conocido); dos jovencitos de mi Pueblo, a quienes el
endemismo, propio de un aislamiento ancestral, sostenido durante siglos en los
quince pueblos que conforman la comarca de Sierra Mágina, los hizo ser unas personas tan asombrosas y tan fuera de
lo común que de lo único que entienden es de belleza, de afectos incondicionales y de sonrisas limpias como un amanecer de los de
nuestro río Cuadros.
Si hay algo que los defina podría resumirse así: Ellos no
conocen maldad.
CrisPin, el Cristóbal-Pintor genial y su padre, Cristóbal |
¿El lugar? la cafetería Aroma de Mágina, ese local de
Bedmar a mitad de camino entre taberna
modernizada y museo de personajes, que su dueño, Cristóbal Triguero
Herrera, convierte en caldeado hogar de mesa
camilla, donde los larguísimos inviernos detienen sus horas en los ojos de los dos
o tres parroquianos de siempre, congelados en el tiempo como Juan José Pozo, siempre a la espera de que regresemos los expatriados, para devolverles la luz de la cercanía a los espacios
vacíos y la voz del alegre barullo de otros tiempos a calles, plazas y senderos
convertidos en crisálidas.
En las paredes del local mangonean a su capricho los inquietantes
dibujos y las bellísimas acuarelas de Cris-Pin, Cristóbal Triguero López, un niño
hace apenas un suspiro; un jovencito ahora, un genio de la pintura esotérica,
que dará mucho que hablar.
Y aquí yo que, mientras escribo,
trato de aplacar esta inmensa nostalgia de todo lo vivido allí y lo añorado
desde aquí, transitando con los ojos esos lugares a los que siempre se regresa
(aunque sea simple pecado de deseo. O en el último viaje).
Juan José Pozo |
Salgo de la ensoñación y vuelvo al primer plano: Cristóbal cacharreando en la minúscula cocina de la cafetería. “La columna de Pozo”
sostenida por un Juan José que tiene que sujetarse el corazón con las dos manos
para que los municipales no le escriban la papeleta de la multa por el jaleo que arma
su bonhomía…
Esos dos muchachos arco-iris que son Luis Alberto y Mariló, y el policromo CrisPin, mirándome desde detrás de sus
pinturas.
Bien mirado, estos tres últimos debieran ser patrón y molde
para fabricar al resto de la humanidad, si lo que de verdad deseamos es una “humanidad
humanizada”, donde la violencia sea un mal recuerdo; una pieza de museo arqueológico.
¡Ay! -me digo mientras me recreo en la inmensidad de vuestra nobleza
congénita- ¡Quién no pudiera tener una sonrisa como la vuestra y un corazón tan
limpio como el que late en vuestros pechos y se desborda por vuestra sonrisa,
colegas!
En CasaChina. En un 2 de
Marzo de 2019.
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