sábado, 2 de marzo de 2019

¿REMEDIOS CONTRA LA VIOLENCIA?


          
Los miro; miro el entorno, y de repente viene a mi mente una idea rotunda: solo personas como ellos pudieran ser el gran remedio contra cualquier violencia.

¿Puede haber algo más hermoso?

Cristóbal y Luis Alberto
        Ellos son los seres y los lugares mágicos de Sierra Mágina. Aquí los tenéis: Luis Alberto, (mi colega escritor), y Marilo, (la chica más presumida y coqueta que he conocido); dos jovencitos de mi Pueblo, a quienes el endemismo, propio de un aislamiento ancestral, sostenido durante siglos en los quince pueblos que conforman la comarca de Sierra Mágina, los hizo ser unas personas tan asombrosas y tan fuera de lo común que de lo único que entienden es de belleza, de afectos incondicionales y de sonrisas limpias como un amanecer de los de nuestro río Cuadros.

Si hay algo que los defina podría resumirse así: Ellos no conocen maldad.


CrisPin, el Cristóbal-Pintor genial y su padre, Cristóbal
¿El lugar? la cafetería Aroma de Mágina, ese local de Bedmar a mitad de camino entre taberna modernizada y museo de personajes, que su dueño, Cristóbal Triguero Herrera, convierte en caldeado hogar de mesa camilla, donde los larguísimos inviernos detienen sus horas en los ojos de los dos o tres parroquianos de siempre, congelados en el tiempo como Juan José Pozo, siempre a la espera de que regresemos los expatriados, para devolverles la luz de la cercanía a los espacios vacíos y la voz del alegre barullo de otros tiempos a calles, plazas y senderos convertidos en crisálidas.

En las paredes del local mangonean a su capricho los inquietantes dibujos y las bellísimas acuarelas de Cris-Pin, Cristóbal Triguero López, un niño hace apenas un suspiro; un jovencito ahora, un genio de la pintura esotérica, que dará mucho que hablar. 

¡Tiempo al tiempo!

Y aquí yo que, mientras escribo, trato de aplacar esta inmensa nostalgia de todo lo vivido allí y lo añorado desde aquí, transitando con los ojos esos lugares a los que siempre se regresa (aunque sea simple pecado de deseo. O en el último viaje).

Juan José Pozo
Salgo de la ensoñación y vuelvo al primer plano: Cristóbal cacharreando en la minúscula cocina de la cafetería. “La columna de Pozo” sostenida por un Juan José que tiene que sujetarse el corazón con las dos manos para que los municipales no le escriban la papeleta de la multa por el jaleo que arma su bonhomía…



      Esos dos muchachos arco-iris que son Luis Alberto y Mariló, y el policromo CrisPin, mirándome desde detrás de sus pinturas.



   
Bien mirado, estos tres últimos debieran ser  patrón y molde para fabricar al resto de la humanidad, si lo que de verdad deseamos es una “humanidad humanizada”, donde la violencia sea un mal recuerdo; una pieza de museo arqueológico.




¡Ay! -me digo mientras me recreo en la inmensidad de vuestra nobleza congénita- ¡Quién no pudiera tener una sonrisa como la vuestra y un corazón tan limpio como el que late en vuestros pechos y se desborda por vuestra sonrisa, colegas!

En CasaChina. En un 2 de Marzo de 2019.