46/2015
Como
cada año por estas fechas (Semana Cultural de Bedmar) visito mi Pueblo para
comprobar su pulso poético (y otras cosas más, a manera de verdugones espigados
en el implacable azote de mi lejana infancia).
El primero de los objetivos era acompañar a Luis
Alberto Alcalá Martos en su recital en el certamen de poesía después de recibir
su cálida invitación al acto. De Luis Alberto, y de su especialísima forma de
mirar el Mundo, que a mí me fascina, hablaremos otro día; baste por hoy apuntar
que muchachos como él, en otros tiempos, hubieran estado arrumbados, y, sin
embargo, en estos, es capaz de emocionar al público hasta el extremo de que el
Jurado del Certamen le otorgó un accésit por un ingenioso poema cuyo tema
giraba en torno a “los mayores” y su visión de las tecnologías actuales. ¡Felicitaciones,
Luis Alberto! Y mi eterna gratitud por aceptar que escribamos juntos sobre
nuestro Pueblo, querido y admirado Colega Escritor.
Semana Cultural Bedmar 2015 |
Los andrajos: ese plato que María Dolores borda |
Con él, con Cristobillas, que habla el lenguaje de
los pájaros y encandila y paraliza a cualquier animal con sólo tocarlo,
escribiré algún día sobre la “Magias de Mágina”® si el tiempo me da tiempo
suficiente para hacerlo.
El tercer objetivo era convertirme en “público”
del reciente cambio de gobierno municipal, surgido de las últimas elecciones.
Con Rosa Gamez, puro nervio |
¡Bueno! Tampoco sería decente decir que no sé cómo
sucedió, porque, a estas alturas de la vida, lo sé perfectamente. Simplemente,
el jovencísimo y muy habilidoso nuevo Alcalde se valió de la fórmula más
antigua y más eficaz del mundo: implicar al concurrente ajeno en la tarea
propia como si su presencia en la trama fuera imprescindible. “Pensamiento
sistémico” se llama a esta pócima capaz de multiplicar exponencialmente las voluntades.
Lo cierto es que el joven Alcalde, Juan Francisco, me citó en el Ayuntamiento,
me recibió, me contó sus proyectos, me habló como si nos conociéramos de
siempre, cuando, por sus años, hay un “siempre” demasiado lejano en el que él
no era sino un proyecto impensado. En definitiva, nos hablamos como dos
paisanos sentados en una mesa de camilla con brasero de invierno. Y, cuando le
pregunté si él era Alcalde de los Socialistas de Bedmar, me respondió que él
era Alcalde de los Bedmareños, y que sólo su programa –y no él mismo- estaba
regido por sus irrenunciables y arraigadas creencias socialistas, entre las que
se cuentan dos esenciales: escuchar a TODOS y prescindir de las GUERRAS AJENAS.
¡Cómo no acabar convirtiéndome en “Pueblo” en lugar de seguir siendo “público”
de ese entorno tan Bedmareño!
Pilar de La Carrera Alta recién restaurado |
Quienes me conocen de verdad, saben que “ni soy de
aquí ni soy de allá”, ni de estos ni de los otros, sino también. ¡TAMBIÉN! Quiero
decir –un suponer- que, aunque hoy me levante cantando “la ovejita lucera” o
bailando “Paquito el chocolatero”, en mitad del baile puedo cambiar el paso y ponerme
a entonar “una furtiva lágrima”, o enderezar los pies hacia los primeros
compases del Vals del Emperador, sin que mi portes desdiga ni en la verbena del
foro ni en los salones de cualquier palacio, y que para disfrutar de la vida
sin dejar de ser yo misma, tanto me da beberme un chato de vino peleón en una
taberna de pueblo que degustar un cava servido en la más fina copa de cristal
de Bohemia; eso sí: cada cosa a su tiempo y en su contexto. Creo que esta
condición de “tornavientos” me viene de lejos, aunque, para perfeccionarla, sin
ser tocada por dolores innecesarios ni por complejos trasnochados, hay que
haber traspasado cierto número de calendarios, y saltado por encima de varios
civantos, para saber que la condición de veleta no significa ser súbdita de
cualquier viento, sino señora y señera inequívoca de la dirección de la que
sopla el aire para calcular si ha llegado el momento preciso de buscar recacha
en lugar de presentar batalla. Y que lo de cambiar de chaqueta es lo más sano
del mundo cuando la que se lleva puesta empieza a oler a sudor añejo y a tener
lamparones de aceite rancio.
Reina Mora fue todo un descubrimiento |
Lo bueno para mí es no haber llevado nunca
chaqueta, porque puedo así apreciar el
calor de las chaquetas ajenas cualquiera que sea su paño y no tener
miedo a perder chaqueta propia.
En el salón del Ayuntamiento de mi Pueblo, sentada
a la derecha del Hijo de las pasadas Elecciones, no he podido por menos que
sentirme afortunada.
Antonio Jesús Catena: un Concejal incansable |
¡Misión cumplida! –me decía mientras mi coche
enfilaba hacia la Sierra de la Estrella, dejando atrás tanta riqueza humana y
tanto potencial.
En Bedmar. 12 de Agosto de 2015
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